Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El ansia de perfección. Una adicción a la base de las adicciones (página 2)




Enviado por Ricardo Peter



Partes: 1, 2

La perfección se ha instalado en el sistema
mental como ideal de vida diario, a través de valores
educativos que ponen el acento en el cumplimiento de
deberías, de normas morales que fomentan exigencias desde
un sentido del deber dictado exclusivamente por la razón,
preceptos religiosos que promueven la culpa y reglas sociales que
incitan a hacer algo grande, triunfar, tener riquezas, prestigio,
éxito, adquirir más cosas y más posesiones,
ser "alguien" (a despecho de ser), tener un
propósito, etc., generando un sistema de creencias
subyacentes agobiantes, tensionantes, que predisponen o
desencadenan trastornos psicológicos o fugas en
sustancias, relaciones y conductas adictivas.

El ideal de la perfección se introduce en el
sistema mental de la persona provocando ansiedad si se falla, si
se cometen errores o se fracasa, dando lugar, al mismo tiempo, a
una necesidad de control para superar el malestar configurado por
la desmedida autoexigencia impuesta por el ideal de la
perfección. En la lógica metafísica
proporcionada por el ideal de la perfección, la exigencia
es una sola: ¡mejorar indefinidamente!

Esta modalidad adictiva forma parte de nuestras vidas.
Pero, el problema cultural es que no se reconoce la
búsqueda de la perfección como adictiva, sino como
un ideal elevado a través del cual nos mejoramos, nos
realizamos y con el cual podemos honrar nuestra vida.

El resultado es elemental: permanecemos defectuosos de
por vida, pero en compensación, generamos un trastorno
llamado ansia de perfección que pretende sanar nuestro
profundo desajuste ontológico y sus penosas repercusiones
existenciales.

Podemos hablar de una doble disposición a
producir este trastorno. Por una parte, la externa, una
predisposición cultural decíamos y, por otra, la
interna, un excesivo recurso a la razón. La cultura
occidental es antipascaliana. No apelamos al corazón. Nos
dedicamos a pensar la vida, no a sentirla. Parecemos
geómetras y, por lo mismo, tratamos la vida
geométricamente, utilizando métodos y reglas
geométricos. Queremos resolver los problemas existenciales
por medio del análisis y del cálculo, realizando
operaciones de álgebra, ecuaciones, es decir, igualando
incógnitas "x" igual "y", esto es, gratificación a
base de cosas igual a satisfacción existencial. A tal
punto vivimos interesados en resolver analíticamente
nuestros problemas existenciales que terminamos provocando nuevos
problemas.

Problemas de baja autoestima, complejo de inferioridad,
sensación de poca valía, necesidad de
aprobación y de aceptación por parte de los
demás, actitudes de rigorismo con uno mismo y de
inflexibilidad con los demás, manejo de lógica
anticipada, rigidez, afán por hacer las cosas de manera
correcta, necesidad de ser precisos, simétricos, cabales,
intachables, son notas que manifiestan rechazo de nuestra
falibilidad y de la defectuosidad en general, y que funcionan a
la vez como factores con una doble valencia, de causa y de
efecto, es decir, como factores que a partir de un determinado
momento, que suele iniciar con la niñez, predisponen al
ansia de perfección, pero que, a su vez, incrementan el
ansia de perfección.

El ideal de la perfección es una
ofuscación de la mente. Si manejamos una analogía
con las sustancias químicas que afectan el cerebro, el
ideal de la perfección es un delirio humano cuyas, a
menudo, impalpables distorsiones, no siempre son percibidas. Si
las sustancias químicas producen psicosis
químicamente inducida, por analogía, el ideal de la
perfección, es agente desencadenante de una neurosis
reflexivamente inducida, cuyo efecto principal es descarrillar al
sujeto de su propia realidad limitada. Limitada de por vida, no
por unos años o por una etapa. Limitada en todas las
circunstancias, no en algunas. El ser humano es limitado desde el
alfa de su existencia hasta el omega de su vida.

Al hablar de adicción al ansia de
perfección no hablamos de sustancias. Por este motivo, la
analogía que estamos realizando tiene sus bemoles, su
alteración. Pero, así como una sustancia puede
producir alucinaciones y conductas fuera de la norma social, un
ideal, en este caso, el de la perfección, produce esquemas
mentales quiméricos, como el de no fallar, la de querer
tomar decisiones exentas de errores, la de vivir de
deberías y de expectativas, la de pretender que la vida
transcurra sin decepciones, sin engaños, sin fracasos ni
frustraciones.

¿Qué parecido hay entre la
distorsión que se da en la mente del adicto a sustancias y
la distorsión que se da en el perfeccionista? ¿Se
da cuenta el perfeccionista del perfeccionismo de su pensamiento?
Tratemos de responder a este par de preguntas.

Por lo que respecta a la primera pregunta, ambos carecen
de la capacidad de acomodarse a la realidad tal como se presenta:
defectuosa, imperfecta, inarmónica, incompleta. Ambos
parecen impermeables a la realidad limitada. Ambos parecen huir
de la propia realidad. Ambos la evaden, la maquillan con sus
razonamientos proyecciones o racionalizaciones, más
fácilmente, ambos le dan la espalda: la rechazan. Ambos
manejan pensamientos absurdos para defenderse o protegerse de la
realidad tal como es en ellos mismos y en el medio social que les
rodea.

Pero si continuamos con nuestra analogía,
salvando lo que hay que salvar para no uniformarla o equipararla,
ni caer en una excesiva simplificación, el ideal de la
perfección, especialmente en su forma aguda o terminal,
que llamamos ansia de perfección, es fuente de
codependencias, de obsesiones, de rituales compulsivos, de
ansiedad, de trastornos alimentarios, de fobia social y, por lo
general, manifiesta una tendencia a aumentar la intensidad. De
hecho, en el caso concreto del perfeccionismo, y contra la
opinión del Manual de psiquiatría norteamericano,
aún no hemos encontrado el perfeccionista "moderado", cuya
existencia parece vislumbrada en el Trastorno Obsesivo-Compulsivo
de la Personalidad (eje II del DSM-IV-TR). No en nuestro planeta.
Y conste que lo he buscado de día con la lámpara
encendida de Diógenes. Pero ningún rastro de su
existencia.

Prosiguiendo, en ambos tipos de "adictos", adicto a
sustancias y adicto a ideas, al ideal de la perfección,
hay una necesidad de auto engañarse sobre cómo
están las cosas realmente. Auto engañarse con ideas
irracionales, pues querer conformar la realidad a los propios
patrones mentales que suministra deberías, pretensiones,
expectativas, exigencias e ilusiones sobre la realidad, en un
exceso de irracionalidad. En ambos casos de adictos, concluimos,
hay a la base un trastorno mental que atender.

Con relación a la segunda pregunta, el
perfeccionista, igual que el adicto al alcohol, se da cuenta de
su pensamiento perfeccionista, pero a diferencia del adicto al
alcohol, que cree que puede dejar la bebida, el perfeccionista
teme quedarse sin un ideal noble, ético, espiritual y
encontrarse viviendo una vida gris, mediocre, laxa. Y aunque
experimenta sufrimiento causado por su proyección de
deberías, en el fondo, su temor es cometer errores, tomar
decisiones incorrectas, estar desprevenido frente a los
imprevistos, tener que cambiar, abandonar sus rígidos
principios y dejar de amoldar a los demás a sus obstinados
puntos de vista.

Cuando entramos en el orden de los síntomas que
he mencionado (distorsión cognitiva, inseguridad, baja
estima, codependencia, preocupación obsesiva y compulsiva
por tener todo ordenado y manejar bajo control las circunstancias
y las personas), entramos en el orden de la sensación de
inadecuación y de la necesidad de estructurar (una forma
aguda de control) la realidad para poder superar la
sensación de inadecuación.

¿Pero qué sucede cuando no se consigue el
control perfecto que se desea alcanzar? Quien no alcanza el
control sobre su mundo interior y exterior, se vuelve una especie
de carnicero consigo mismo. Antes solía decir que se
volvía un juez implacable con sus propias fallas.
Posteriormente, empecé a hablar de ladrón. Quien no
logra controlar o sea, estructurar como hormigón su propia
vida, se auto roba sus momentos de serenidad, de paz y de gozo
cotidiano. Hoy me queda claro que el perfeccionista, se maneja
como carnicero consigo mismo. Es un ser que se auto rechaza. Se
desorienta de su propia condición falible, humana,
precaria y, a la vez, se empobrece de sentido. Las áreas
de su vida se vacían, poco a poco, de significado. El
perfeccionista inhibe su capacidad compática, aceptativa.
En su lugar, desarrolla un potencial auto rechazante.

El ansia de perfección es una manera de escapar
del verdadero estrés de fondo: la incomodidad de vivir
desajustadamente. En el fondo, las adicciones son un paliativo,
un remedio a la tragedia de ser limitados, defectuosos: "Nadie es
lo que desearía ser. De aquí la turbación y
el escándalo que se experimenta por aquello que se ha
hecho o por aquello que no se ha hecho, por aquello que se es o
por aquello que no se es. En términos filosóficos
el drama existencial al que aludimos es la conciencia de la
propia finitud. El saber que somos un proyecto irresuelto y que,
por más ganas y esfuerzos, estamos destinados a permanecer
inacabados, incompletos, limitados"[1].

¿Quiénes son más vulnerables al
ansia de perfección? Todo ser humano nacido y crecido en
la cultura occidental es propenso a sufrir de este trastorno de
desorientación. Pero, son más favorecidos los
intelectuales, debido a que manejan de manera excesiva el recurso
al procesador racional.

¿Que se propone la Terapia de la
imperfección? Lograr mayor maduración emocional
frente a lo imperfecto. Aprender a vivir frente a lo irreparable.
A este propósito, ¿qué actitudes, qué
estrategias sanas podemos manejar a fin de tratarnos en
términos reconciliados con nosotros mismos? ¿De
qué manera podemos suavizar la batalla contra nuestras
imperfecciones, sin embutirnos de neurolépticos y
antidepresivos, cuyos efectos, por lo general, son meramente
calmantes de los síntomas?

Pero, si no podemos evitar la frustración, los
fracasos, los errores, ¿cómo podemos vivir con la
secuela de nuestras imperfecciones y sacar nuestra terapia
personal de ellas?

El criterio de la Terapia de la imperfección es
uno solo: no dejar a ninguna circunstancia, pasada o presente, el
privilegio de hacernos sentir avergonzados de estar vivos y de
ser frágiles y defectuosos. Y como corolario: no perder ni
siquiera las migajas de lo que ha sido y sigue siendo la
celebración diaria de nuestra vida.

 

 

Autor:

Dr. Ricardo Peter

[1] Ver mi artículo, El miedo a
amarnos, p. 7-17 en: AA.VV, (R. Peter, Coord.), El miedo a
amarnos, 3ª ed. AITI, México, 2007.

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter